OFERTORIO:
Para ti que dejaste
que astillara tu vientre
por tenerme en tus brazos
REZO LÍRICO:
… ¡Y yo – gota de sangre – me perfumé en tu seno
como la gota de agua se perfuma en la flor!
SALMO FINAL:
Primero fui aquel sueño que hizo temblar tus curvas
de virgen en promesa;
después… (tú bien lo sabes)
me resumí en tu carne como una primavera.
Y como el árbol nuevo que se afianza a la tierra
para ser un coloso,
yo me afiancé a tu entraña con mis raíces ávidas
y sorbí todo el zumo de tu vientre en sazón.
Desde entonces mis nervios, como antenas de plata,
se enjoyaron de claras
resonancias marinas!…
Algún día –no sé cuándo- debo emprender el viaje
por algún largo camino que se tienda a mis pies…
será el divino tránsito de mi cuerpo y mi espíritu
a través de los siglos, por los siglos. Amén.
Polvo a polvo mi cuerpo se irá desmoronando
en el largo camino que se tienda a mis pies;
cada sol, cada luna, encontrará menguadas
mis carnes de viajero sin patria y sin edén.
Y cuando ya no tenga que darle al gran camino.
Cuando el último polvo de mi barro se quede
en el vasto silencio de las cosas sin alma
entonces:
¡comenzará su tránsito mi espíritu altanero!
Le han de mirar los siglos pasar como un fuerte
claridad de crepúsculo. Su paso irá sembrando
el perfume inviolado de lo inconmensurable
que florece en el punto de la inmovilidad!…
Me voy de aquí, sonoro de paisajes
y pinto de luceros, Capulhuac;
¡cuántos suspiros los que van de viaje
como góndolas blancas sobre el mar!
Maduro el corazón, como durazno;
llena la vida, como fuente azul…
¡cuántas cosas cantadas, cuántas dichas
en rumor de camino que eres tú!…
Es el silencio de la despedida:
lágrimas de luceros en el mar…
¡cómo temblaron las arenas vivas
con la pisada azul de este soñar!
Camino al caminar no caminando
clavé mi zarpa de oro, en caracol,
sobre aquel corazón iluminado…
¡ilusión, ilusión, blonda ilusión!
He de decir de ti, nacer de auroras
sonámbulas de noches en tropel,
que eres lluvia en sazón de mariposas
abierta en cabellera de mujer…
Y por eso al jugar a la rayuela
con mi lucero azul, ¡oh Capulhuac!,
eres un despertar al pie del alba
tornasolada y leal!…